Minas argentinas

Minas argentinas
Hablemos de minas. De lo que significan para cada uno de nosotros y de su valor, comparándolas con otras de Estados Unidos o Canadá; de Chile para no ir tan lejos.Creo que la perspectiva internacional nos permitirá valorarlas un poco más. Para muchos el tema de las minas resulta inabordable. Pero pongamos empeño. Verán que son una cuestión de interés nacional.
Argentina cuenta con el sexto potencial minero del planeta. Según la Secretaría de Minería, el 75% de las áreas atractivas permanecen sin explorar. Hay 7 grandes emprendimientos mineros; el resto forma parte de proyectos que podrían comenzar la extracción del recurso en los próximos años.
Las minas de oro, plata, platino, cobre y otros metales pertenecen a la Nación Argentina pero solo pueden ser explotadas por empresas privadas. El Estado tiene prohibido expresamente hacerlo. El código de minería que prohíbe al Estado la explotación de minas es del año 1887 y está vigente.
A su vez, la Ley 24196 de inversiones mineras y el Decreto de Necesidad y Urgencia 417/2003 son instrumentos clave para conocer la normativa de la minería en Argentina. La ley, impulsada durante la presidencia de Carlos Menem, se creó para incentivar la actividad y garantizó a los inversores estabilidad fiscal por 30 años.
Según la norma al país le queda el 3% del valor del mineral y, en caso de que se exporte desde puertos patagónicos, las empresas tendrán un reintegro del 5 %. Además, las compañías pueden girar sin restricciones todas las divisas por estas exportaciones según el Decreto 417/2003 firmado por el ex presidente Eduardo Duhalde. Así, capitales internacionales atraídos por condiciones únicas en el mundo desembarcaron en Argentina.
El comienzo de las explotaciones produjo una división en las sociedades que resultaron conmovidas por una actividad que mueve millones de dólares. Para tener una idea, en San Juan -donde opera la firma Alumbrera- las inversiones previstas por las mineras triplican el presupuesto provincial anual. Una serie de componentes que incluyen temores fundados frente a la posible contaminación, preocupación ante el agua que demandan las explotaciones y sospecha de un nuevo despojo por la falta de controles y la envergadura de los proyectos, detonaron conflictos de la más variada intensidad a lo largo del país. Los que defienden la minería sostienen que la explotación a gran escala es la única salida para pueblos que no lograron el desarrollo en cientos de años. Los que la atacan tienen claro que la mina vuelca hacia la comunidad recursos económicos transitoriamente y, cuando se cierra, deja detrás problemas sociales, más desempleo y contaminación.
Las explotaciones son ahora a cielo abierto. Se utilizan mercurio y cianuro para separar los metales de la roca viva. Y mucha agua. Veladero, gerenciada por la Barrick Gold en San Juan, necesita 10 millones de litros diarios para funcionar. El proyecto Pascua Lama prevé extraer oro y plata en la cordillera –abarca Argentina y Chile- y todos los residuos serán derivados a nuestro país. En Catamarca el tajo abierto en la montaña mide 2,5 kilómetros de diámetro por 700 metros de profundidad, algo así como la superficie de 10 estadios del fútbol. El paisaje trocará por escombreras gigantes con forma de cerro también. La roca maciza y rica en minerales de hoy mudará en pocos años a una montaña también, pero de piedras trituradas y con escaso valor. El despojo volverá a suceder si no actuamos a tiempo, gritan los oponentes más duros a la industrialización voraz.